martes, 23 de noviembre de 2010

Campaña "Tus manos son para proteger"

>
Los niños pasan por una etapa de deseo de independencia que lleva asociado un desafío a la autoridad, y esa autoridad son las normas establecidas por los padres. A esta edad, a los niños les encanta comprobar también las reacciones de sus padres cuando los provocan y, si observan que pierden el control, sentirán que es él quien está al mando de su comportamiento. En estos casos se requiere subrayar la autoridad paterna y pegar al niño es a veces visto como la forma más eficiente de lograrlo.

La experiencia ha demostrado que con los niños no sirven las largas explicaciones racionales y adultas. Los niños son niños y entienden mejor órdenes cortas y tajantes. Quizá, cuando sean más mayores, se podrá
negociar con ellos el comportamiento más adecuado pero a edades tempranas es difícil hacerles "razonar" como los mayores. Pegarles puede implicar entonces lograr la obediencia inmediata, pero después, el niño se habitúa con lo que los padres han de aumentar la frecuencia para logar el objetivo de la obediencia. Además ello implica enseñarles un modo de resolver los problemas que a su vez ellos pueden aplicar con sus amigos cuando hagan algo malo según sus criterios.

Para una convivencia armónica y positiva entre los diferentes miembros de una familia y en la sociedad a la que poco a poco se irán abriendo, es preciso imponer a los niños una serie de normas justas y abiertas (desarrollables) que sientan como compartidas entre todos y, consensuadas entre ambos padres (autoridad compartida). Una serie de responsabilidades y formas de conducta que deben ser firmes y dejadas muy claro en cualquier momento en que se vean amenazadas.

Es preciso para ello establecer una jerarquía de consecuencias ante el mal comportamiento, pero estas deben ser siempre de carácter positivo y pedagógico, obligando o privando de hacer alguna actividad que ejercerá como compensatoria.

A su vez, cuando el niño esté haciendo algo que lo pueda lastimar, es preciso apartarlo de lo que está haciendo y decirle un no “rotundo” y firme pero pacífico. Tomándolo de las manos y mirándolo a los ojos mientras lo haces y dejando para cuando esté tranquilo las explicaciones sobre el peligro que corre haciendo lo que estaba haciendo. Así evitaremos que el niño lleve a cabo el comportamiento temerario a escondidas, algo que se podría desencadenar con una solución violenta.

Quiero que quede muy claro que golpear, gritar, humillar, insultar o simplemente ignorar a un niño (o, en su extremo contrario, sobreprotegerlo), no lo educa; solo perpetua el ciclo de violencia, deformando y dañando sus sentimientos y capacidades como individuo.

A menudo las conductas de maltrato son protegidas por una cierta cultura de "posesividad", según la cual los hijos son catalogados y tratados como objeto o producto bajo la hipótesis de que " los padres siempre saben lo que hacen". Sin embargo, y por lo general, los padres son inconscientes de lo nocivo de dichas conductas. Suelen repetir, además, el ciclo destructivo del que ellos mismos fueron objeto.

Muchos de los 296 comentarios que hasta ayer tenía el reportaje, titulado “El cachete duele, pero no funciona”, defendían el uso de la violencia. Lo llamativo era la virulencia con la que muchos la defendían, como si el planteamiento de psicólogos y pedagogos de que ese método no es una herramienta adecuada para educar y además no es eficaz a largo plazo les atacara íntimamente. Muchos coincidían en afirmar que ellos mismos habían recibido sus azotes o bofetadas y que no estaban traumatizados. Que gracias a ello son adultos educados y de provecho y que la permisividad y el buenrrollismo actual de los padres progres es lo que genera jóvenes maleducados y desnortados que acabarán maltratando a sus progenitores.

Sin embargo, en países paradigmáticos de la buena educación y del buen rendimiento escolar, como los nórdicos, están prohibidos los castigos físicos desde hace años (eso sí, con grandes campañas de información y concienciación), sin que los niños se hayan vuelto unos cafres. Incluso, según algunos comentarios, son capaces de jugar sin gritar ni hacer ruido. En fin, que hay otras formas de mantener la disciplina y el respeto además de pegar, aunque pueden ser más trabajosas y requieren más autocontrol y paciencia.

El hecho de que casi todos los que defendían el azote reconocían haberlos recibido parece confirmar uno de los efectos de este castigo del que alertan los psicólogos. "Lo tomas como modelo de conducta, como forma válida y aceptable de educar a tus hijos", explica Manuel Gámez Guadix, profesor de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid.

No siempre es así, "pero estadísticamente, es más probable que los padres con los que se utilizó también lo hagan con sus hijos, es lo que han aprendido, y además es una forma de justificar el comportamiento de sus padres". Lo contrario implica aceptar que su padre no era perfecto y que no tenía derecho a pegarle, con el conflicto y la carga emocional que ello conlleva.

Un trabajo de Murray A. Straus, profesor de Sociología y codirector del Laboratorio de Investigación Familiar de la Universidad de New Hampshire, basado en multitud de datos de estudios científicos sobre las consecuencias del castigo físico, recomienda "no pegar nunca". "Los beneficios de evitarlo son muchos, pero para los padres es virtualmente imposible percibirlo observando a sus hijos", afirma. "Los padres pueden percibir el efecto beneficioso de una bofetada (sin ver la igual eficacia de otras alternativas), pero no tienen forma de mirar un año o más adelante para ver si hay efectos secundarios perjudiciales por haber pegado al niño para corregir una mala conducta".

Los niños que viven tales situaciones de maltrato emocional o físico suelen sufrir a largo plazo baja autoestima, conductas reiterativas con juegos de poder ( agrede a otro o es agredido), rupturas con la realidad por insensibilidad emocional y desordenes psicológicos como psicopatías, neurosis, depresión infantil hasta esquizofrenia en el peor de los casos.

Aparte de todo ello hay que recordar que la ley lo prohíbe en España desde 2007

lunes, 8 de noviembre de 2010

mielina, entre la excelencia y el delirio


El cerebro del niño de 6 años es básicamente materia gris. Conforme su cerebro madura la sustancia gris transita a blanca a diferentes velocidades según diferentes partes del cerebro. Las células cerebrales forman materia o sustancia blanca al recubrir las glías los axones de las neuronas con una capa de mielina, de la misma forma que un cable de cobre se recubre con un aislamiento plástico, evitando de esta forma la pérdida de señales eléctricas en su recorrido por las células nerviosas.

La sustancia gris, al carecer de mielina, no es capaz de transmitir rápidamente los impulsos nerviosos. Esta característica se asocia con la función del procesamiento de información (recuerdos), es decir, da la función del razonamiento y consta de somas neuronales densamente agrupados. La blanca, en cambio, está formada por millones de vías de comunicación, cada una compuesta por un cable largo e independiente, el axón, cubierto por la mielina que es quien dota de este color característico y permite a la sustancia blanca interconectar diferentes partes y lados del cerebro. Esto explica que con la edad, el cerebro pase a ser un órgano de, fundamentalmente, conexiones a corta distancia a uno con muchas conexiones a larga distancia (equipo de Bradley Schlaggar de la Universidad Washington en San Luís).

La mielina es una sustancia producida por dos tipos de células gliares: las células de Schwann encargadas de sintetizar la mielina y presentes en las neuronas conectivas y motoras, y los oligodendrocitos, que construyen una envoltura formando una capa gruesa alrededor de los axones de las neuronas de seres vertebrados y que se da en conocer como la vaina de mielina. Este esfingofosfolípido formado por un alcohol llamado esfingol, una cadena de ácido graso, fosfato y colina evita que la señal se escape y se disipe y permite que los impulsos nerviosos recorran los axones hasta cien veces más deprisa.

La experiencia influye en la mielinización: el tráfico detectado en el flujo de impulsos lo largo de los axones altera otro tipo de célula glial, el astrocito, que libera un factor químico encargado de estimular en los oligodentritos la síntesis de mielina y hace también aumentar la cantidad de neurregulina, una proteína que reviste los axones y que hace que las células de Schwann produzcan mayor número de capas de mielina alrededor del axón cuando la detectan.

Ahora bien, en neurología, más veloz no significa necesariamente mejor. La información debe recorrer distancias enormes entre los centros cerebrales, cada uno con su función determinada, y ha de llegar de forma simultánea a un lugar y en un instante precisos. Una vez que el axón ha sido mielinizado, los nódulos de Ranvier resultan cruciales para la coordinación. Estas interrupciones de la vaina aislante, lejos de ser un defecto, operan como intrincados repetidores bioeléctricos que generan, regulan y propagan con prontitud, a lo largo del axón, las señales eléctricas. Este ajuste de la velocidad de conducción es clave para que las descargas de los impulsos eléctricos de múltiples axones lleguen al mismo tiempo y que con la convergencia se aumente la intensidad de la señal estrechando la conexión entre las neuronas implicadas.

La estimulación y el ejercicio de las habilidades específicas es clave para su desarrollo. Vicent J. Schmithorst, del Hospital Infantil de Cincinnati ha hallado que los niños desatendidos que han crecido en un entorno sin mucha estimulación (acceso a múltiples juguetes e interacción social) poseen en la edad adulta hasta un 17 por ciento menos de sustancia blanca en el cuepo calloso que pone en conexión los dos hemisferios cerebrales. También se infieren a su vez “ventanas” de edad para el aprendizaje de nuevas destrezas ya que el aislamiento de las fibras nerviosas se comprende fundamentalmente entre los 5 y 18 años. A partir de entonces se desarrolla un tipo distinto de aprendizaje basado en la intervención directa de las sinapsis mientras un tipo de proteína, la Nogo-A, evita que los axones se ramifiquen y establezcan nuevas conexiones.

La mielinización se produce a edades distintas. En el recién nacido, las células mielinizadas predominan sólo en unas pocas regiones cerebrales aumentando luego a un ritmo irregular. En ciertos lugares la deposición del aislante no termina hasta los 25 o 30 años. La mielinización progresa como una onda, desde la parte posterior de la corteza cerebral (nuca) hasta la parte frontal (frente). Termina en los lóbulos frontales, las regiones responsables de la planificación, el juicio y el razonamiento de nivel superior, capacidades que se adquieren sólo con la experiencia. Se ha conjeturado que la escasez de mielina en el prosencéfalo explica que los adolescentes no posean la capacidad de los adultos para tomar decisiones o que las mujeres maduren a más temprana edad ya que este proceso se desarrolla en ellas con anterioridad (Ignacio Morgado, catedràtic de Psicobiologia en la Universitat Autònoma de Barcelona. Conferencia en la Setmana Mundial del Cervell 2010).

Investigaciones recientes de Leslie K. Jacobsen, de la Universidad de Yale, indican que la exposición al humo de tabaco durante el desarrollo fetal tardío o durante la adolescencia, cuando el haz aludido se halla acumulando mielina, causa el deterioro de la sustancia blanca. La nicotina y otras sustancias psicoactivas afectan a los receptores de los oligodendrocitos alterando la normal actividad mielinizante (como factor epigenético) pudiendo ser el desencadenante de trastornos como la esquizofrenia que aparecen típicamente en la adolescencia y que, al igual que el autismo, el trastorno bipolar, la dislexia, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad o la mitomanía, se saben correlacionados con trastornos genéticos vinculados a la formación anómala de la mielina.

domingo, 31 de octubre de 2010

Lost Control

[video]

Eduard Büsching envió a Albert Einstein una copia de su libro “No hay dios” en 1929. En la carta de respuesta que envió Einstein el 25 de octubre, éste afirmaba que el libro sólo trataba sobre la no existencia de un dios personal y se declaraba seguidor de Spinoza, afirmando:
Nosotros, los seguidores de Spinoza, vemos a nuestro dios en el maravilloso orden y las leyes de todo lo que existe […]




En el siglo XVII un filósofo se adelantó 300 años a la neurociencia actual, escribiendo:
Y como aquellos que no entienden la naturaleza de las cosas nada afirman realmente acerca de ellas, sino que sólo se las imaginan, y confunden la imaginación con el entendimiento, creen por ello firmemente que en las cosas hay un Orden, ignorantes como son de la naturaleza de las cosas y de la suya propia. Pues decimos que están bien ordenadas cuando están dispuestas de tal manera que, al representárnoslas por medio de los sentidos, podemos imaginarlas fácilmente y, por consiguiente, recordarlas con facilidad; y, si no es así, decimos que están mal ordenadas o que son confusas. Y puesto que las cosas que más nos agradan son las que podemos imaginar fácilmente, los hombres prefieren, por ello, el orden a la confusión, como si, en la naturaleza, el orden fuese algo independiente de nuestra imaginación;[…]
El que escribió esto en el apéndice al primer libro de su Ética no fue otro que Spinoza. Einstein no sólo se equivocó al rechazar la mecánica cuántica, tampoco parece que estuviese muy fino en su lectura de su filósofo de cabecera
Esta visión del universo por parte de Einstein como un todo ordenado y armónico condicionó su aceptación de los avances que para la física supuso la mecánica cuántica, a pesar de las evidencias experimentales.



Cincuenta años después, Carl Sagan, no pudo sustraerse a la visión del universo como un “cosmos”, un todo ordenado y armónico. En su famosa serie de televisión de este título, afirmaba: “El cosmos está lleno más allá de toda medida de verdades elegantes; de interrelaciones exquisitas; de la sobrecogedora maquinaria de la naturaleza”. Si nos fijamos bien, es la misma idea de Einstein expresada en términos no tan explícitos.


¿Pero existen realmente ese orden y esa armonía? ¿Existe esa maquinaria universal que les habla de un relojero a los seguidores del diseño inteligente? ¿O es solamente una simplificación a la que nos obliga nuestra limitada capacidad para gestionar la información?


La mecánica cuántica se fundó sobre la existencia de la dualidad onda-corpúsculo de la luz y la materia, y el enorme éxito de la mecánica cuántica viene a reforzar este dualismo. ¿Pero cómo podemos concebir, cómo podemos pensar que una partícula tenga realmente las propiedades de una onda? ¿Y cómo podemos imaginar una onda que tiene realmente las propiedades de una partícula? Se podría construir una mecánica cuántica consistente sobre la idea de que un rayo de luz o un electrón se pueden describir simultáneamente por los conceptos incompatibles de onda y de partícula.


En 1927, Niels Bohr se dio cuenta de que la clave para poder tener un discurso consistente estaba en la palabra “simultáneamente”. Se dio cuenta de que nuestros modelos de la materia y de la luz se basan en su comportamiento durante los experimentos que se realizan en los laboratorios. En algunos de esos experimentos se comportan como partículas (efectos fotoeléctrico y Compton, rayos catódicos) y en otros como ondas (doble rendija, difracción). Pero la luz y los electrones nunca se comportan simultáneamente como si consistieran de partículas y ondas. En cada experimento específico se comportan o como partículas o como ondas.


Esto sugirió a Bohr que las descripciones corpuscular y ondulatoria de la luz y la materia son ambas necesarias si bien son lógicamente incompatibles entre sí. Deben ser consideradas complementarias entre sí, como si fueran dos caras de la misma moneda. De aquí que Bohr formulase lo que se conoce como Principio de Complementariedad: Los modelos corpuscular y ondulatorio son ambos necesarios para una descripción completa de la materia y de la radiación electromagnética; dado que estos modelos son mutuamente excluyentes, no pueden usarse simultáneamente; cada experimento, o el experimentador que diseña el experimento, selecciona una descripción u otra como la apropiada para el mismo.


Es importante comprender lo que significa realmente el principio de complementariedad. Al aceptar la dualidad onda-corpúsculo como un hecho de la naturaleza, Bohr estaba diciendo que la luz y los electrones (u otros objetos) presentan potencialmente las propiedades tanto de partículas como de ondas, hasta que se les observa, momento en el que se comportan como si fuesen una u otra, dependiendo del experimento y de la elección del experimentador. Esta afirmación tiene implicaciones muy profundas, ya que significa que lo que observamos en nuestros experimentos no es la naturaleza como realmente es cuando no la observamos. De hecho, la naturaleza no favorece un modelo en concreto cuando no la observamos; más bien, es una mezcla de las muchas posibilidades que tiene de ser hasta que la observamos. Al montar un experimento, seleccionamos el modelo que exhibirá la naturaleza, y nosotros decidimos si los fotones, los electrones o las pelotas de tenis (si van suficientemente rápido) se van a comportar: como partículas o como ondas.


En otras palabras, según Bohr, el experimentador se convierte en parte del experimento. El experimentador interactúa con la naturaleza, por lo que nunca podemos observar todos los aspectos de la naturaleza como realmente es. De hecho, esa expresión, por muy atractiva que sea, no tiene sentido operativo. Por el contrario, sólo podemos conocer la parte de la naturaleza que se manifiesta en nuestros experimentos. La consecuencia de este hecho es el principio de incertidumbre, que establece una limitación cuantitativa sobre lo que podemos aprender de la naturaleza en una interacción dada; y la consecuencia de esta limitación es que debemos aceptar la interpretación probabilística de los procesos cuánticos individuales. De aquí el nombre de principio de indeterminación que recibe a veces el principio de incertidumbre. Mientras la mecánica cuántica siga siendo válida, no hay forma de evitar estas limitaciones epistemológicas, sobre lo que podemos conocer.


El principio de complementariedad y sus consecuencias epistemológicas están, por tanto, en abierta contradicción directa con la visión del universo como un todo ordenado y armónico, sometido a leyes inmutables, independiente en su funcionamiento de nosotros y de nuestras observaciones. La mecánica cuántica que no podemos afirmar cómo es en sí la naturaleza, tan sólo cómo se comporta en nuestros experimentos (esta posición se llama empirismo en filosofía).


¿Cómo es posible que mentes brillantes como las de Einstein, Sagan y otras muchas caigan en la falacia cosmista? ¿Por qué, a pesar de conocer la mecánica cuántica seguían pensado que el universo es un cosmos? La respuesta está en las propiedades de la información y en las limitaciones de nuestro cerebro.


A nadie se le oculta que la información es costosa de conseguir, de almacenar, de manipular y de recuperar. Por consiguiente, nuestro limitado cerebro, inmerso en un entorno que le ofrece infinidad de datos, debe seleccionar cuáles eleva a nivel consciente, cuáles almacena, cómo los almacena y cómo accede a ellos. Para poder manejar la enorme cantidad de información necesaria para la supervivencia nuestro cerebro se ve obligado a recurrir a un truco: hace lo mismo que tú harías en un ordenador, compactar archivos; en el caso del cerebro compactar archivos se llama crear historias.


Imaginemos que nos dan una hoja de papel con 500 palabras al azar y nos piden que las memoricemos. A primera vista parece una tarea imposible. Sin embargo, si esas quinientas palabras estuviesen ordenadas formando un texto que cuenta una historia, lo podríamos memorizar con cierta facilidad. Cuanto más aleatoria es la información, más difícil es de resumir, más difícil es encontrar pautas y reglas y, para nuestros cerebros de primate, es más difícil y costosa de almacenar, manipular y recuperar.


Por tanto, nuestro cerebro reduce los datos que recibe, y su aleatoriedad, eliminando los que considera superfluos, reordenando y sometiéndolos a reglas (nemotécnicas), aumentando el orden artificialmente. Por tanto, cuanto más resumimos, más orden incorporamos y menor es la aleatoriedad. Los mismos condicionantes que nos hacen simplificar son los que nos empujan a pensar que el universo es menos aleatorio de lo que en realidad es. Nosotros no vemos el universo como es, no podemos, vemos el resumen del resumen, ordenado por nuestro cerebro; y como encontramos que este resumen tiene orden, no lo atribuimos al resumidor sino a la fuente de los datos, al universo.


Los mitos, las religiones, algunas corrientes filosóficas no son más que expresiones de este orden impuesto por las limitaciones de nuestro cerebro para hacer comprensible el mundo que nos rodea. El corolario es que existen tantos órdenes cósmicos como personas, pues no hay dos que crean exactamente lo mismo.


Un segundo corolario es que los desequilibrios en el cerebro modifican nuestra visión del orden del mundo. Así, muchos desórdenes psicológicos incluyen entre sus síntomas la sensación de haber perdido el control sobre las cosas, de ser incapaz de encontrar un sentido al mundo. En el otro extremo, la inyección de L-dopa, una sustancia que se usa en el tratamiento de las personas con Parkinson, un precursor del neurotransmisor dopamina, disminuye el escepticismo y aumenta la capacidad de encontrar pautas: la persona se vuelve vulnerable a pseudociencias como la astrología, el tarot, la numerología, y supersticiones de todo tipo. Las personas con niveles altos de dopamina también corren el riesgo de volverse adictas a los juegos de azar, como la ruleta, porque perciben claramente pautas en las sucesiones de números aleatorios.


La capacidad de proyección del orden que crea cada cerebro es algo muy conocido y que se aplica con frecuencia. En psicología, por ejemplo, el famoso test de Rorschach, no es más que el análisis de las proyecciones que realiza el sujeto sobre una mancha de tinta, completamente desprovista de significado objetivo, de su forma de pensar, de cómo su cerebro ordena el mundo. Por otro lado, la persona que consume LSD sabe que alterar la concentración de determinadas sustancias en el cerebro le permitirá contemplar el universo en otro orden que el habitual, incluso podrá percibir el universo como carente de tiempo.


Científicamente hablando, no tenemos base para atribuir al universo, más allá de toda duda razonable, un orden y una armonía. Fundamentalmente porque no sabemos cómo es en sí fuera de los experimentos y de cómo lo percibimos. Al hablar de cosmos caemos en una falacia, la falacia cosmista. Una ficción similar a crear el guión cinematográfico de tu propia realidad mientras ésta se nos escurre por siempre jamás.

domingo, 17 de octubre de 2010

Mi mundo gris oscuro casi negro*

>
Randolph Nesse, un psicólogo e investigador en medicina evolutiva de la Universidad de Michigan, compara la relación entre la depresión leve y la clínica con la que existe entre el dolor normal y el crónico. La hipótesis de Nesse es que, análogamente al dolor que te impide hacer actividades físicas que te dañan, el estado de ánimo bajo hace que dejes de hacer actividades mentales dañinas, particularmente, perseguir metas inalcanzables. Perseguir estas metas es un gasto de energía y recursos. Por lo tanto, según Nesse, es probable que exista un mecanismo, consecuencia de la evolución de la especie, que identifique determinadas metas como inalcanzables e inhiba su persecución. El estado de ánimo bajo sería al menos parte de ese mecanismo.

Es una hipótesis ingeniosa pero, ¿es cierta? Un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology sugiere que puede que lo sea. Carsten Wrosch de la Universidad Concordia (Canadá) y Gregory Miller de la Universidadde British Columbia (Canadá) concluyeron que chicas que habían experimentado síntomas leves de depresión podían desengancharse más fácilmente de las metas inalcanzables. Esto apoya la hipótesis de Nesse.


Además, en aquellas mujeres que podían desengancharse de lo no conseguible les era menos probable sufrir depresiones graves en el largo plazo.

Los síntomas leves de depresión pueden verse como una parte natural de la gestión del fracaso en los adultos jóvenes. Aparecen cuando se identifica una meta como inalcanzable y llevan a una bajada de la motivación. En este período de baja motivación se ahorra energía y se uniformiza la percepción.

Significativamente se produce una homogeneización del mundo pero, además, investigadores de la Universidad de Friburgo (Alemania) encabezados por Ludger Tebartz van Elst sustentan la idea de que, cuando se está deprimido, efectivamente todo se percibe sensorialmente como gris.

El equipo de Tebartz van Elst ha empleado técnicas neuropsiquiátricas y oftalmológicas para centrarse en la respuesta de la retina a los contrastes blanco-negro. Concretamente midieron el electroretinoma de patrones (que usa modelos de rejillas en vez de flashes de luz), que es como un electrocardiograma de la retina del ojo, tanto en pacientes depresivos como sanos.

Encontraron una importante pérdida en el contraste en la retina en los pacientes deprimidos, independientemente de si habían estado recibiendo o no medicación antidepresiva. También pudieron comprobar que existía una correlación entre el contraste percibido y la gravedad de la depresión, es decir, aquellos con los síntomas más severos tenían también las repuestas retinianas más bajas.

El dicho afirma que en la variedad está el gusto. El deprimido deja de percibir al menos parte de la variedad que su entorno le ofrece, haciendo de su mundo un lugar menos agradable. Ahora bien, nadie dijo que en realidad tuviera que serlo.
*Gris oscuro casi negro: descripción de los agujeros negros por Stephen Hawking en 1974

viernes, 11 de junio de 2010

Spaceship Earth

>
En 1951, Buckminster Fuller inventó la expresión 'Spaceship Earth' para referirse a que la Tierra era una nave espacial cuyos habitantes comparten un mismo destino, por encima de las diferencias más o menos ilusorias en virtud de las cuales se matan los unos a los otros.

Hoy vivimos aún con la mirada del inconsciente fija en el código evolutivo heredado de tiempos pretéritos. Seguimos midiendo a las personas y a nosotros mismos según los caracteres externos -raza, clase...- que se posean relegando el valor intelectual. Pero las contraproducentes condiciones socio-económicas harán tambalear esta lógica consumista por lo que habrá que empezar a buscar una alternativa verdaderamente sólida.

"Nada reducirá la pasión consumista, salvo la competencia de otras pasiones", afirma otro francés, Gilles Lipovetsky (La sociedad de la decepción). ¿Como cuáles? "Conocer, aprender, crear, inventar, progresar, ganar autoestima, superarse", ese tipo de ideales o ambiciones que los bienes comerciales no pueden satisfacer. Atención a su profecía: "Llegará un día en que la cultura consumista no tendrá ya el mismo impacto, la misma importancia en la vida de las personas. A fin de cuentas, esta cultura es una invención reciente en la historia: comienza su andadura a fines del siglo XIX y adquiere una fuerza considerable a partir de la década de 1950"; es decir, puede asimismo deshacerse o transformarse.


Si la competitividad material tornara a competitividad intelectual cambiaría que de un elemento tangible, la competencia pasaría a enfocarse sobre el virtual del conocimiento, que sin embargo es más real.


La imposibilidad de transportar mercaderías baratas de una parte del mundo a otra Cuando el barril de petróleo vuelva a costar tres dígitos acabando con la cultura low cost, según Jeff Rubin, (Por qué el mundo está a punto de hacerse mucho más), nos obligará a producirlo todo más cerca: desde los granos de arroz hasta los barcos y lo que era exótico volverá a ser exótico y caro. Dicho de otro modo, nos tendremos que reacostumbrar a una cultura material de nuevo más local y artesana.


La crisis radica en la concepción de la naturaleza humana que rige el comportamiento de los líderes mundiales y cuyos presupuestos surgieron hace más de 200 años, durante la Ilustración, en los albores de la economía de mercado y de la era del nacionalismo. A los pensadores ilustrados, con sus ideas de que la esencia humana es racional, distante, autónoma, ambiciosa y utilitarista, les gustaba propugnar que la salvación individual está aquí en la Tierra, en un ilimitado progreso material particular.

La concepción ilustrada de la naturaleza humana se reflejó en el recién acuñado Estado-nación, cuyo objetivo era proteger la propiedad privada, estimular el mercado y servir de intermediario a los intereses de la ciudadanía en el ámbito internacional. Se consideraba que los Estados-nación eran agentes autónomos envueltos en una incesante batalla con otras naciones por la obtención de ganancias materiales.

Si la naturaleza humana es como indicaban los filósofos ilustrados, probablemente estemos condenados. Imposible concebir un ejercicio competitivo de escala mundial sostenible, respetando la salud a la biosfera si todos nosotros, en nuestra esencia biológica, somos agentes autónomos, egoístas y materialistas.

Sin embargo, los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y el desarrollo infantil nos obligan a repensar esos arraigados dogmas. Los biólogos y los neurocientíficos cognitivos están descubriendo neuronas espejo, llamadas de la empatía, que permiten a los seres humanos sentir y experimentar situaciones ajenas como si fueran propias. Parece que somos los animales más sociales y que buscamos interactuar íntima y amigablemente con nuestros congéneres.


Por su parte, los científicos sociales están comenzando a reexaminar la historia con una lente empática, descubriendo así corrientes históricas ocultas que sugieren que la evolución humana no sólo se calibra en función del control de la naturaleza, sino del incremento y la ampliación de la empatía hacia seres muy diversos y en ámbitos temporales y espaciales cada vez mayores. Las pruebas científicas de que somos una especie básicamente empática tienen consecuencias sociales profundas y de gran alcance, y podrían determinar nuestra suerte como especie.


Reconvertir las relaciones globales de una base materialista a la del conocimiento sucitaría la supervivencia y sostenibilidad biológica y daríamos el salto hacia una conciencia empática mundial.

Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.

Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el del conocimiento, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.


Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a la competitividad materialista de los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política del conocimiento afín con nuestra biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se mide más por el valor intelectual (ilimitado) que se manifiesta en el mundo virtual relegando ahora este a los valores materiales.


El conocimiento y el pensamiento, más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporará empáticamente a toda la humanidad en un ingente proyecto vital que envolverá la Tierra, esta vez respetándola.

lunes, 31 de mayo de 2010

El Show de Craig Venter

>
(pulsa foto para ver video)

En el mes de octubre del 2007, Craig Venter anunciaba a bombo y platillo en el periódico británico The Guardian que en su laboratorio estaban creando vida artificial, dejando en el aire muchas incógnitas y avanzándose a la publicación de los resultados que ahora aparecen en Science. Una vez más demostraba que para él la publicidad va por delante de los resultados.

Él y su equipo han diseñado un complejo sistema de ingeniería genética con el que han logrado sintetizar pequeños segmentos artificiales de ADN, y luego ensamblarlos y clonarlos utilizando contenedores biológicos para conseguir una réplica artificial, a imagen y semejanza del genoma original.

La reconstrucción de formas biológicas a partir de su mera información genética -a partir de una secuencia de letras de ADN escritas en un papel, o almacenadas en una memoria- ya la habían experimentado con virus, entre ellos el virus de la polio y el de la gripe española de 1918, pero los virus no son entidades biológicas autónomas sino dependientes de la célula a la que infectan.


La bacteria que acaba de salir de los laboratorios de Craig Venter es una célula, pero su genoma es pura química: ha sido sintetizado en el tubo de ensayo de la primera a la última letra. Los autores lo llaman célula sintética, cuando solo su genoma lo es. Para hablar de vida artificial también será necesario crear los orgánulos que forman la célula, su información epigenética y otros. Y un ser vivo no está hecho solo de genes. Las proteínas, los azúcares y las grasas son fundamentales como componentes de la célula, y para procesar su energía, o formar membranas.

Pero los azúcares y las grasas son sintetizados por enzimas, que son un tipo de proteínas. Y las proteínas se ensamblan a partir de sus unidades químicas (los aminoácidos) siguiendo el orden que dicta la secuencia de letras de los genes. Por tanto, aunque la "célula sintética" original solo lo fuera a medias, sus descendientes lo son por entero.

El equipo de Venter ha tenido que ensamblar esos fragmentos en una jerarquía de pasos: primero en cassettes de 1.000 bases, luego en ristras de 10.000, después en superristras de 100.000 y finalmente en la megabase total. Cada paso requiere usar contenedores biológicos, la bacteria Escherichia coli y la levadura del pan, Saccharomices cerevisiae.


La célula sintética es idéntica a su modelo natural, y por tanto no es útil en sí misma, sino como prueba de principio: la técnica funciona, sirve para generar células vivas a partir de una mera secuencia genética guardada en un ordenador, y a partir de ahora podrá usarse para crear otros organismos con genomas más inventivos.


Venter no ha creado "nueva vida desde cero". Para eso tendríamos que saber escribir genomas, en lugar de copiar los que ya existen (éste, en el fondo, se puede considerar el objetivo final de la genómica). EE UU hasta ahora está revocando estas patentes. Se duda que sea ético patentar un gen que ya existe. Pero no será así una vez se empiecen a fabricar nuevos microorganismos recombinando el “puzzle” genético esta vez de forma completamente original.


Habrá "una discriminación" entre quienes puedan beneficiarse de estas técnicas (mejores fármacos o bacterias capaces de limpiar el suelo de metales pesados, por ejemplo) y quienes no. Se podrían crear “fabricas intracorporeas” capaces de proveer de medicamentos cuando estos fueran necesarios abriéndose una gran brecha entre quienes dispusieran de estos mecanismos y quienes no, ya que selectivamente su carácter mucho más ventajoso supondría un índice mayor de supervivencia.


Éste y otros problemas como las posibles repercusiones de la liberación de estos organismos en el medio ambiente son los que seguramente han hecho que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, encargara a la comisión presidencial para asuntos de bioética un analisis de las implicaciones de esta tecnología: tanto sus riesgos como sus beneficios potenciales sobre la medicina, el medio ambiente y la seguridad. La comisión deberá publicar en seis meses sus recomendaciones al Gobierno federal, en lo que puede conducir a la primera regulación legal de la creación de células sintéticas.

martes, 25 de mayo de 2010

Tinta de calamar

>
En una entrevista, el neumólogo Josep Morera habla de la relación entre tabaquismo y enfermedades respiratorias y cuenta que hasta 1880 sólo se habían descrito 300 casos de cáncer pulmonar, pero que a partir de ese momento, cuando el tabaco pasó a elaborarse de forma industrial, el número de tumores se disparó, aunque hasta 1950 no apareció un estudio médico que vinculara hábito y dolencia. Entonces, las tabaqueras se lanzaron al ataque y, al no poder refutar esa evidencia, crearon un instituto de investigación cuya principal labor consistió en generar confusión asegurando que no estaba demostrado su poder cancerígeno.

Después de leer el texto, me doy cuenta de que la táctica tinta de calamar, que consiste en enturbiarlo todo para que se desconozca la realidad, debe de haber funcionado de manera habitual en relación con todas las drogas, ya que la percepción que la ciudadanía tiene de ellas guarda poca relación con sus efectos reales.

Si en la década de los setenta el consumo de drogas prohibidas se asociaba principalmente con la heroína y se consideraba propio de personas sin instrucción o, cuando menos, una actividad transgresora, actualmente mucha gente juzga su consumo glamouroso y lúdico y considera que quienes lo denostan son pusilánimes sin remedio. Así, no puede sorprender que, de los 6.802 análisis de droga (alcohol aparte) que los Mossos d'Esquadra realizaron a conductores en 2009, el 65% diera positivo. Las más consumidas por esos individuos interceptados eran el cannabis (60,7%) y la cocaína (28,07%), drogas que a muchas personas les parecen caramelos de menta.

Sin embargo, como ocurre con el tabaco, actualmente sí tenemos datos sobre los efectos devastadores que las sustancias psicoactivas tienen sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro ánimo y, más aún, sobre nuestro cerebro, porque este, ahora, podemos conocerlo mediante las imágenes obtenidas por resonancia magnética y comprobar, así, las alteraciones que sufre.

Las drogas, alcohol incluido, actúan sobre el responsable de nuestras emociones: el sistema límbico, en el que se hallan los centros de recompensa y los centros de castigo, que resultan inutilizados; unos -los de recompensa-, al ser sometidos a una activación muy directa, para la que no están preparados, que impedirá que reaccionen ante estímulos naturales (comida, sexo...); otros -los de castigo-, porque se ponen en marcha en cuanto empieza la tolerancia a la droga, con lo que la persona adicta ya no la toma para experimentar placer, sino para evitar sentirse mal.

Por otro lado, el sistema límbico interactúa con la corteza prefrontal, la encargada de dirigir nuestra conducta para conseguir objetivos. Ambos trabajan a la par, excepto si uno de los dos tiene problemas. Muchas drogas inhiben el córtex prefrontal, por lo que el sistema límbico acaba yendo por libre. Precisamente la inexplicable actitud que percibimos en la edad adulta de la adolescencia se debe a que en esta época se producen cambios en nuestro cerebro, concretemente se mieliniza interconectando estas zonas pero sólo eficazmente cuando dicho proceso ha acabado: el final de la adolescencia que para las mujeres suele ser más precoz.

A la larga, la adicción provoca alteraciones permanentes en los circuitos y, entonces, las emociones dominan la conducta. En definitiva, nos hace regresar a nuestros orígenes evolutivos, a ese Homo neanderthalensis que, según hemos sabido recientemente, nos ha legado entre un 1% y un 4% de ADN, y que, según los especialistas, debía de tener menos desarrollada la capacidad de razonar, planificar o controlar la conducta, ya que su frente oblicua (huidiza) tal vez no permitía alojar una corteza prefrontal del mismo tamaño que la del Homo sapiens.

Dado que la edad media de inicio de consumo en España se sitúa sobre los 15 años para el cannabis y la cocaína, y que, de la población entre los 14 y los 18, más del 20% ha consumido el primero y un 6% ha probado ya la segunda, quizás deberíamos poner en marcha un sistema eficaz para alertar del peligro de la droga sobre los cerebros adolescentes que, si bien les es más dificil percibir el mismo, al menos debemos saber actuar para que finalmente puedan ser conscientes de el y no estancarse en una "neandertalización" permanente.

lunes, 26 de abril de 2010

Grigory Perelman y el síndrome de Asperger

>
(pulsa foto para ver video)

"La concesión de la medalla Fields a Grigory Perelman convirtió el congreso de Madrid en aquel en que se resuelve uno de los problemas más importantes en la historia de las matemáticas", comentó Manuel de León, uno de los organizadores del ICM2006.

Henri Poincaré, al estudiar la estabilidad del Sistema Solar, puso los cimientos de la disciplina matemática denominada Topología. Su conjetura dice, más o menos, que un espacio que tiene las mismas propiedades topológicas que una esfera debe ser una esfera. Se probó para todas las dimensiones, excepto en la dimensión 3. Los intentos para probarla también en este caso fueron muchísimas, usando técnicas variadas. En 1982, Richard Hamilton abrió una nueva línea de ataque, usando el llamado flujo de Ricci, basada en la ecuación del calor de Joseph Fourier. El trabajo de Hamilton no fue capaz de superar una serie de problemas ligados a la aparición de singularidades, y ésta ha sido la aportación genial de Perelman.

Ni se molestó en viajar a Madrid a recogerla, dejando plantado al Rey Juan Carlos. Ahora el Instituto Clay de Cambridge (Estados Unidos) la ha otorgado un premio de un millón de dólares y ha dado la callada por respuesta; que se olviden de él. No necesita el dinero ni el reconocimiento universal.

Perelman se ha abstenido de hacer declaraciones públicas desde 2006, cuando transmitió, de forma no muy clara, que el bajo nivel de los estándares éticos en el mundo de las matemáticas le había hecho dejarlas. "No son los que incumplen los estándares éticos los que son considerados marcianos. Es la gente como yo la que queda aislada", dijo entonces el matemático ruso.

Perelman es un enigma. Su mente es tan inasequible como lo fue la conjetura de Poincaré desde 1904 hasta que él la resolvió, un siglo más tarde. ¿Por qué le volvió la espalda al mundo? ¿Solo está siendo consecuente con su forma de ser y su ética furiosa, a prueba de vanidades y propinas millonarias? Masha Gessen, autora de ‘Perfect rigor’, sugiere que su perfeccionismo es la causa de su alienación. Y apunta, además, la posibilidad de que padezca el síndrome de Asperger, una variedad de autismo que no está reñida con una inteligencia casi sobrenatural. Su desaliño indumentario, su despreocupación por el aseo, su ceguera emocional y su manera de tomárselo todo al pie de a letra, sin llegar a captar las sutilezas del lenguaje, la ironía o los dobles sentidos de los otros, son propias de este síndrome.

Es complicado ponerse desde la perspectiva de esa enfermedad. La gran diferencia fisiológica entre nosotros y el resto de animales es el cortex prefrontal y las neuronas espejo. Antes de su desarrollo, que se produjo por causas genéticas y epigenéticas simultáneamente (predisposición + factores culturales propicios para un entorno de sociabilización en el que desarrollarse), las interpretaciones del mundo nacían y morían en nuestros impulsos vitales. Pero este cambio de nuestro cerebro también propuso un cambio interpretativo: ahora la información, era interpretada inicialmente por la corteza prefrontal que desde su perspectiva lógica trataba de ordenarla y otorgarla un significado a partir de la experiencia integrada. Tras ello pasaba finalmente a las zonas motoras y emocionales pero matizada por las neuronas espejo que posibilitaban la implicación de esas acciones y emociones externas percibidas: la empatía.

Se cree que para casos como el autismo, la esquizofrenia o el trastorno bipolar un fallo en la mielinización de las conexiones neuronales invierte este flujo. La información es interpretada inicialmente desde un posicionamiento emotivo particularista o impulsivo, mismo carácter que se da en las reacciones motoras. En el subsiguiente paso esta información pretende ahora ser interpretada desde la perspectiva lógica, tratando de otorgarla como antes de orden y significado a la misma. Ahora, sin embargo, para ello no se basa en las limitadas estrategias previas integradas, sino en la estrategia que ha adquirido su propia condición permitiendo una mayor profundización.

Las conjeturas derivadas desde esta perspectiva tan particular siempre son favorables para el ingenio creativo en las mismas, pero también para sucumbir en las profundidades del sinsentido.
Desde esta perspectiva han llegado las ideas de Sócrates, Picasso o Newton. Las aplicaciones prácticas del hallazgo de Grigory Perelman son insospechadas y se irán viendo en las próximas décadas. De momento, ya ha servido para desarrollar un modelo en el tratamiento contra el cáncer que predice el comportamiento de las células malignas y podría ayudar a frenar su proliferación. Pero sólo es el principio de una revolución de la geometría que modificará incluso nuestras ideas sobre la forma del universo.

Como explica Gessen: «Se considera loco al individuo que, en su interior, alberga una visión del mundo radicalmente diferente a lo que la mayoría de la gente considera normal. En ese sentido, es cierto que Perelman tiene una visión distinta del mundo. Creo que esa visión y la rigidez con la que se aferra a ella están relacionadas con su habilidad para resolver el problema matemático más arduo. Su mente es capaz de recibir más información y absorber sistemas más complejos que cualquiera. Su cerebro es una trituradora. Aborda problemas muy complejos y los reduce a su esencia. El problema es que él espera que el mundo de los humanos pueda ser también reducido a esa especie de papilla esencial y que funcione de acuerdo a unas leyes estrictas. Y como no puede soportar que no se cumplan esas reglas, Perelman ha ido eliminando sucesivos pedazos del mundo. Y lo único que le queda ahora es el apartamento que comparte con su madre».

¿Cómo ayudar entonces a personas como él para armonizar su mundo con el del resto? La doctora Cudy hace a House ejercer tareas de consulta sobre problemas cotidianos y con un trato cercano (personalizado) al paciente, que es lo contrario de por lo que el destaca. Ella dice que eso le “enriquece”. En realidad, ello lo que le permite es vincular su genio a la realidad tangible ya que de otro modo la continua replicación de su extravagante perspectiva acabaría sumergiéndose en las profundidades del caos reflexivo que llamamos locura.

sábado, 17 de abril de 2010

En la elusiva superficie del espejo oscilando entre los mundos del orden y el caos

Pulsa foto para ver video

Hay un salón delante del espejo y otro detrás. En el de detrás todo funciona al revés, la realidad se ha invertido y Alicia se siente extraña, tiene que interpretar cada cosa por primera vez. ¿Quién no se siente como Alicia alguna vez al día? ¿Cuántas veces caemos en el mundo al revés sin darnos cuenta? Como el enorme y monstruoso Polifemo que se inclina sobre su espejo, el mar, en un día en calma y se encuentra hermoso. Narciso va más allá aún y se enamora de sí mismo hasta morir. No de sí mismo, sino del que tiene enfrente que es y no es él y que además está en otro sitio: en el agua. Hemos venido a este mundo con un espejo en el cerebro. Unas veces su función es asumida por las neuronas espejo responsables de la empatía social. En otras, este espejo es la proyección del yo en las cosas. Espejos en cualquier caso distorsionados en mayor o menor medida.

La mitología está llena de aguas mágicas que actúan como puertas a otras dimensiones desconocidas y lo mismo ocurre con los espejos mágicos, donde se pretende encontrar los lados ocultos del espacio y atravesar la frontera del tiempo. La mente lógica y científica de Carroll convirtió a su vez el sueño de Alicia en una referencia disparatada precisamente por ser aplastantemente lógica. “…Pero ¿Cómo puede ser así?”, preguntaron a Richard P. FEYNMAN reflejando el deseo incontrolado, pero totalmente vano, de ver el asunto según algo conocido. “No lo describiré por analogía con algo conocido; sencillamente, lo describiré. (…) Creo que puedo decir sin temor a equivocarme que nadie entiende la mecánica cuántica. Así que no se tomen esta clase demasiado en serio, no tengan la sensación de que tienen que entender lo que voy a describir de acuerdo con algún modelo. Sencillamente, relájense y disfruten. Voy a contarles cómo se comporta la naturaleza. Si simplemente, admiten que se comporta así, encontrarán que es maravillosamente fascinante. Si pueden evitarlo, no se pregunten constantemente -…Pero ¿Cómo puede ser así?-, porque es perder el tiempo y entrar en un callejón sin salida del que nadie ha escapado hasta ahora. Nadie sabe como puede ser así”.

El mundo definido por la ciencia ha sido tradicionalmente un mundo de pureza casi platónica. Las ecuaciones y teorías que describen la rotación de los planetas, la elevación del agua en un tubo, la trayectoria de una pelota o la estructura del código genético contienen una regularidad y un orden, una certidumbre mecánica que hemos terminado por asociar con las leyes naturales. Los científicos, por cierto, han admitido hace tiempo que el mundo rara vez es tan euclidiano como aparenta ser en el espejo de esas leyes que atribuimos a la naturaleza. La turbulencia, la irregularidad y la imprevisibilidad se encuentran por doquier, pero siempre pareció justo entender que esto era "ruido", una confusión resultante de la manera en que se apiñan las cosas de la realidad. Dicho de otro modo, se pensaba que el caos era el resultado de una complejidad que teóricamente se podía desnudar hasta sus ordenados cimientos.

En realidad el comportamiento de un sistema esta determinado una vez fijadas las posiciones y velocidades iniciales. Basta con buscar la solución de la segunda ley de Newton (Fuerza = Masa x Aceleración). Sin embargo, esto no significa necesariamente predictibilidad. El hecho de que nuestro conocimiento de los datos sea siempre aproximado y la existencia de inestabilidades impide predecir. Como declaran en un artículo del American Scientist Bruce West, físico de la Universidad de California, y Ary Goldberger, profesor de la Escuela Médica de Harvard, "La variable y compleja estructura y conducta de los sistemas parece tan propensa a estar al borde del caos como a converger en un diseño regular".

Actualmente, la mayor incertidumbre que nos afecta proviene del propio ser humano. Para interpretar la evolución de los pensamientos de otra persona, ante la indeterminable retroalimentación que los sustenta, nada hay más efectivo que un posicionamiento intuitivo y esperar a que el espejo mental que nos proporciona la señal esté enfocado coherentemente al exterior.

Pero de un lado del espejo el orden se desintegra en caos. Los neurocientíficos por ejemplo averiguan cómo la descoordinación en el flujo de impulsos de información de las distintas zonas cerebrales que procesan una sensación provoca trastornos mentales como la dislexia, la amusia, la esquizofrenia, el trastorno bipolar (TAB) o la mitomanía. La interpretación se vuelve como la esquizofrénica unidad elemental de luz que se puede comportar como onda o como partícula, según lo que el experimentador escoja medir. De otro lado, el caos constituye el orden y una información que fluye a través de distintas distancias en el cerebro y en un cierto grado de independencia llega de forma simultánea a un lugar y en un instante preciso gracias a retrasos permitidos por la mielinización de los axones. Convergen con ello distintos impulsos bioeléctricos que se suman para la interpretación singular de lo percibido mientras que a su vez, el aumento de la intensidad de la señal estrecha y refuerza esta determinada conexión, clave para su memorización y aprendizaje.

Podría decirse por tanto que es en la elusiva superficie de ese espejo, y en el nexo entre ambos mundos, oscilando en armonía entre el orden y el caos donde habitan científicos como Carroll y su obra sigue siéndonos aunque ya más creciditos, una invitación al mismo.

jueves, 18 de marzo de 2010

Ejercicio físico: hay motivo

>

El ejercicio regular es la única fuente de la juventud que se conoce a ciencia cierta, y es gratis. Me gustaría saber qué lograría persuadir a todas esas personas que siguen llevando una vida sedentaria para que se levanten y les den a sus cuerpos la sesión de ejercicios que se merecen.

En un comentario sobre los nuevos estudios, publicado en The Archives of Internal Medicine, dos geriatristas, Marco Pahor (Univ. Florida) y Jeff Williamson (Univ. Winston-Salem, Carolina del Norte) señalaban "el poder del nivel alto de actividad física para prevenir las discapacidades en la tercera edad debidas tanto al deterioro cognitivo como al físico, por separado o conjuntamente...".
"...La inactividad física", decían, "es uno de los mayores indicadores de envejecimiento problemático en los adultos de más edad y es quizás la causa última de muchos ingresos prematuros e innecesarios".

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, a su vez, concluyeron el año pasado que las personas más activas tenían un 21% menos de probabilidades de desarrollar cáncer de colon, posiblemente porque la actividad contribuye a que los desechos se muevan con más rapidez por el intestino.
El riesgo de padecer cáncer de mama también es aproximadamente un 16% menor entre las mujeres físicamente activas, quizás porque el ejercicio reduce la exposición de los tejidos al factor de crecimiento de tipo insulínico, un conocido estimulador del cáncer.

Una investigación alemana concluyó en un también reciente estudio que las actividades aeróbicas en las que se soporta peso, como caminar deprisa y levantar pesas para aumentar la fuerza muscular, reducen e incluso pueden evitar la pérdida de hueso que se inicia generalmente hacia los 30 años.

Hace mucho que se sabe que el ejercicio aeróbico tiene un valor incalculable como protector del corazón y los vasos sanguíneos. En un estudio de 2002 publicado en The New England Journal of Medicine, JoAnn E. Manson y sus compañeros encontraron que este tipo de ejercicios reducían significativamente el riesgo de infartos de miocardio y otros accidentes cardiovasculares.

Un estudio de 16 años de duración realizado con 68.907 enfermeras en principio sanas encontró que aquellas que eran sedentarias tenían el doble de probabilidades de desarrollar diabetes, y que aquellas que eran sedentarias y obesas tenían 16 veces más riesgo de padecer la enfermedad. Otro estudio que asignó aleatoriamente una actividad física moderada (al menos 150 minutos semanales) a 3.234 hombres y mujeres prediabéticos encontró que que el ejercicio era más efectivo que el fármaco metformina para prevenir el pleno desarrollo de la enfermedad.

Un nuevo estudio con 3.485 hombres y mujeres sanos de más de 55 años ha encontrado que aquéllos que realizaban una actividad física tres o más veces a la semana tenían menos probabilidades de sufrir deterioro cognitivo.
Como él, un estudio australiano publicado en 2008 en The Journal of the American Medical Association asignó aleatoriamente a 170 voluntarios que afirmaban tener problemas de memoria a un programa de seis meses de actividad física. El grupo que hizo ejercicio mostró como resultado "una mejoría moderada en sus capacidades cognitivas".

Como conclusión, con este artículo quiero dar por finalizada esta particular trilogía del equilibrio: Equilibrio emocional, equilibrio dietético y equilibrio en el ejercicio.
En ella hemos visto como, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares (ECV) matan ya más que cualquier otra enfermedad en todo el mundo y su factor de riesgo principal es una mala dieta unido a la carencia de actividad física. Pero también supone para ellas como factor de riesgo, y por cierto tremendo, el estrés emocional como perder el trabajo y no llegar a fin de mes.

Espero haber aportado algo para este fatigoso viaje del caos al orden. Mi propuesta subsiguiente es atravesar al otro lado del espejo -como hiciera Lewis Carroll- para un inverso viaje del orden al caos. En él, nos sumergiremos en "salvajes" atractores, origen de turbulentas asincronías que pueden desencadenar por ejemplo la descoordinación entre impulsos nerviosos en el cerebro alterando la correcta percepción consciente que se da en casos como la esquizofrénia o el trastorno bipolar.
Poco a poco dejaremos atrás este mundo.