jueves, 18 de marzo de 2010

Ejercicio físico: hay motivo

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El ejercicio regular es la única fuente de la juventud que se conoce a ciencia cierta, y es gratis. Me gustaría saber qué lograría persuadir a todas esas personas que siguen llevando una vida sedentaria para que se levanten y les den a sus cuerpos la sesión de ejercicios que se merecen.

En un comentario sobre los nuevos estudios, publicado en The Archives of Internal Medicine, dos geriatristas, Marco Pahor (Univ. Florida) y Jeff Williamson (Univ. Winston-Salem, Carolina del Norte) señalaban "el poder del nivel alto de actividad física para prevenir las discapacidades en la tercera edad debidas tanto al deterioro cognitivo como al físico, por separado o conjuntamente...".
"...La inactividad física", decían, "es uno de los mayores indicadores de envejecimiento problemático en los adultos de más edad y es quizás la causa última de muchos ingresos prematuros e innecesarios".

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, a su vez, concluyeron el año pasado que las personas más activas tenían un 21% menos de probabilidades de desarrollar cáncer de colon, posiblemente porque la actividad contribuye a que los desechos se muevan con más rapidez por el intestino.
El riesgo de padecer cáncer de mama también es aproximadamente un 16% menor entre las mujeres físicamente activas, quizás porque el ejercicio reduce la exposición de los tejidos al factor de crecimiento de tipo insulínico, un conocido estimulador del cáncer.

Una investigación alemana concluyó en un también reciente estudio que las actividades aeróbicas en las que se soporta peso, como caminar deprisa y levantar pesas para aumentar la fuerza muscular, reducen e incluso pueden evitar la pérdida de hueso que se inicia generalmente hacia los 30 años.

Hace mucho que se sabe que el ejercicio aeróbico tiene un valor incalculable como protector del corazón y los vasos sanguíneos. En un estudio de 2002 publicado en The New England Journal of Medicine, JoAnn E. Manson y sus compañeros encontraron que este tipo de ejercicios reducían significativamente el riesgo de infartos de miocardio y otros accidentes cardiovasculares.

Un estudio de 16 años de duración realizado con 68.907 enfermeras en principio sanas encontró que aquellas que eran sedentarias tenían el doble de probabilidades de desarrollar diabetes, y que aquellas que eran sedentarias y obesas tenían 16 veces más riesgo de padecer la enfermedad. Otro estudio que asignó aleatoriamente una actividad física moderada (al menos 150 minutos semanales) a 3.234 hombres y mujeres prediabéticos encontró que que el ejercicio era más efectivo que el fármaco metformina para prevenir el pleno desarrollo de la enfermedad.

Un nuevo estudio con 3.485 hombres y mujeres sanos de más de 55 años ha encontrado que aquéllos que realizaban una actividad física tres o más veces a la semana tenían menos probabilidades de sufrir deterioro cognitivo.
Como él, un estudio australiano publicado en 2008 en The Journal of the American Medical Association asignó aleatoriamente a 170 voluntarios que afirmaban tener problemas de memoria a un programa de seis meses de actividad física. El grupo que hizo ejercicio mostró como resultado "una mejoría moderada en sus capacidades cognitivas".

Como conclusión, con este artículo quiero dar por finalizada esta particular trilogía del equilibrio: Equilibrio emocional, equilibrio dietético y equilibrio en el ejercicio.
En ella hemos visto como, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares (ECV) matan ya más que cualquier otra enfermedad en todo el mundo y su factor de riesgo principal es una mala dieta unido a la carencia de actividad física. Pero también supone para ellas como factor de riesgo, y por cierto tremendo, el estrés emocional como perder el trabajo y no llegar a fin de mes.

Espero haber aportado algo para este fatigoso viaje del caos al orden. Mi propuesta subsiguiente es atravesar al otro lado del espejo -como hiciera Lewis Carroll- para un inverso viaje del orden al caos. En él, nos sumergiremos en "salvajes" atractores, origen de turbulentas asincronías que pueden desencadenar por ejemplo la descoordinación entre impulsos nerviosos en el cerebro alterando la correcta percepción consciente que se da en casos como la esquizofrénia o el trastorno bipolar.
Poco a poco dejaremos atrás este mundo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Todo es jazzlativo

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"Más que un disco: una declaración de principios". La aparición, hace medio siglo, de Free jazz: a collective improvisation, a cargo de un colectivo de "jóvenes leones" de la New Thing comandados por el saxofonista Ornette Coleman (Fort Worth, Texas, 1930), generó en los años sesenta un verdadero maremoto en las tranquilas aguas del jazz. "Una música sencillamente ininteligible", para unos, o lo más parecido a una "biblia musical" para quienes tomaron el título del disco como referencia de un nuevo género de música: el free jazz (jazz libre).

Hacía apenas unos meses que Ornette Coleman había llegado a Nueva York desde su California de adopción dispuesto a romper lazos con un jazz que el tiempo había convertido en una música repetitiva y predecible. "La forma del bebop ha sobrevivido durante cuatro generaciones, pero no ha evolucionado", declaraba el saxofonista. "Es una cuestión de 'dame los acordes y yo hago el resto': lo que yo hago es exactamente lo contrario: llegar a los acordes desde la melodía".

Free jazz fue grabado en 1960 de una sola vez y sin interrupciones. El líder de la sesión reunió en el estudio de grabación a dos cuartetos con, entre otros, los trompetistas Don Cherry y Freddie Hubbard y el clarinetista Eric Dolphy. Las interpretaciones se grabaron en estéreo, con cada cuarteto sonando de forma completamente aislada en un canal y en otro: "Ornette nos dio unas indicaciones de adónde quería conducir la música desde el punto de vista melódico y rítmico y, a partir de ahí, era cosa nuestra" (Hubbard). El resultado son 40 minutos de una doble improvisación "libre", colectiva y simultánea: "Quería una masa de sonidos en la que yo fuera uno más. La única manera de conseguirlo era escribir una pieza y encontrar unos músicos lo suficientemente buenos para tocar al mismo tiempo".

Hoy, medio siglo más tarde, los neurocientíficos tratan de descifrar el código que se utiliza para transformar, por ejemplo, una imagen que llega a la retina en secuencias de impulsos eléctricos emitidos por millones de neuronas: lo que nos permite percibir la información de los sentidos.

Hasta ahora, se pensaba que un cierto grado de correlación entre los disparos de neuronas próximas era inevitable, dado que las conexiones neuronales son muy densas, pero dos estudios publicados en Science han demostrado que las neuronas próximas se disparan a ritmos distintos ante un mismo estímulo (Alfonso Renart y Jaime de la Rocha; físicos españoles de la Universidad Rutgers, Nueva Jersey son los primeros firmantes de uno de los dos artículos).

Lo que han hecho los investigadores es, por un lado, realizar simulaciones numéricas de redes neuronales en computadoras y, por otro, analizar registros experimentales de la actividad simultánea de poblaciones de neuronas en la corteza de ratas anestesiadas. Ambos "confirmaron que es posible encontrar estados de actividad en redes corticales donde la población se comporta como si las neuronas fuesen esencialmente independientes", dicen. Nuestro cerebro vendría a ser por tanto algo así como el estudio de grabación de ‘Free Jazz’ y el código neural una sesión con Ornette Coleman.

De nuevo la forma se adapta a la función, Todo es Jazzlativo!