miércoles, 3 de marzo de 2010

Todo es jazzlativo

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"Más que un disco: una declaración de principios". La aparición, hace medio siglo, de Free jazz: a collective improvisation, a cargo de un colectivo de "jóvenes leones" de la New Thing comandados por el saxofonista Ornette Coleman (Fort Worth, Texas, 1930), generó en los años sesenta un verdadero maremoto en las tranquilas aguas del jazz. "Una música sencillamente ininteligible", para unos, o lo más parecido a una "biblia musical" para quienes tomaron el título del disco como referencia de un nuevo género de música: el free jazz (jazz libre).

Hacía apenas unos meses que Ornette Coleman había llegado a Nueva York desde su California de adopción dispuesto a romper lazos con un jazz que el tiempo había convertido en una música repetitiva y predecible. "La forma del bebop ha sobrevivido durante cuatro generaciones, pero no ha evolucionado", declaraba el saxofonista. "Es una cuestión de 'dame los acordes y yo hago el resto': lo que yo hago es exactamente lo contrario: llegar a los acordes desde la melodía".

Free jazz fue grabado en 1960 de una sola vez y sin interrupciones. El líder de la sesión reunió en el estudio de grabación a dos cuartetos con, entre otros, los trompetistas Don Cherry y Freddie Hubbard y el clarinetista Eric Dolphy. Las interpretaciones se grabaron en estéreo, con cada cuarteto sonando de forma completamente aislada en un canal y en otro: "Ornette nos dio unas indicaciones de adónde quería conducir la música desde el punto de vista melódico y rítmico y, a partir de ahí, era cosa nuestra" (Hubbard). El resultado son 40 minutos de una doble improvisación "libre", colectiva y simultánea: "Quería una masa de sonidos en la que yo fuera uno más. La única manera de conseguirlo era escribir una pieza y encontrar unos músicos lo suficientemente buenos para tocar al mismo tiempo".

Hoy, medio siglo más tarde, los neurocientíficos tratan de descifrar el código que se utiliza para transformar, por ejemplo, una imagen que llega a la retina en secuencias de impulsos eléctricos emitidos por millones de neuronas: lo que nos permite percibir la información de los sentidos.

Hasta ahora, se pensaba que un cierto grado de correlación entre los disparos de neuronas próximas era inevitable, dado que las conexiones neuronales son muy densas, pero dos estudios publicados en Science han demostrado que las neuronas próximas se disparan a ritmos distintos ante un mismo estímulo (Alfonso Renart y Jaime de la Rocha; físicos españoles de la Universidad Rutgers, Nueva Jersey son los primeros firmantes de uno de los dos artículos).

Lo que han hecho los investigadores es, por un lado, realizar simulaciones numéricas de redes neuronales en computadoras y, por otro, analizar registros experimentales de la actividad simultánea de poblaciones de neuronas en la corteza de ratas anestesiadas. Ambos "confirmaron que es posible encontrar estados de actividad en redes corticales donde la población se comporta como si las neuronas fuesen esencialmente independientes", dicen. Nuestro cerebro vendría a ser por tanto algo así como el estudio de grabación de ‘Free Jazz’ y el código neural una sesión con Ornette Coleman.

De nuevo la forma se adapta a la función, Todo es Jazzlativo!

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